La confesión

Me cuesta empezar este capítulo. Sé que debo cerrar un etapa con él y no creo estar lista para hacerlo. Pero hay veces que el deber llama y el “deber ser”, mucho más. ¿Te acordás cuando al principio te conté que el 2017 no iba a ser mi año, menos después de ese 2016 increíble que se llevó toda la suerte que podía llegar a tener? Agosto fue la excepción que confirma la regla. Ese año anterior resumido en un mes. La euforia, la felicidad, el amor, las mariposas, fueron algo increíble mas todo termina.

Septiembre. Sin dudas el peor mes de este peor año. Las clases que trabajo siguen estando a un 50% menos de lo que siempre fueron. Las lecciones en el centro de estudio me agobian. Sólo veo pasar el tiempo. Surge un viaje para informar sobre un nuevo plan de estudios. Tal vez esto me ayude a salir de la monotonía de pensarte todo el tiempo, de este romanticismo tardío que aniquila mi razón y exalta mis sentimientos. Failed. Un viaje siempre me provoca escribir, escuchar algo de música, expone un poquito más mi “arte” y así es como te veo a ti, como arte. You’re my masterpiece.

Los problemas familiares conllevan un malhumor y tristeza disfrazada de enojo. La mala energía contamina el ambiente. Últimamente soy un simple electrón. Sumemos que una gran parte de mí se está apagando con una personita muy especial que hoy no está con nosotros aunque quiero creer que es mi ángel desde donde sea, como siempre lo fue en la Tierra. Mi vela que iluminaba los caminos más oscuros, la que hacía que dejara de pensar tanto en mí antes de conocerte. La que se consumió hasta lo último por dar un poco de luz a los demás.

Aunque no quiero desviarme de lo que realmente intento contarte hoy. Ese día me hiciste mucha falta, más falta que nunca mi amor. Este último tiempo después de estar tan arriba, donde las nubes eran nuestro piso, nos desconectamos. Juro que un simple abrazo tuyo hubiese hecho calmar todo el océano de emociones que me produjo esa pérdida, pero no estabas ahí. Tampoco estuviste al día siguiente, ni el siguiente.

Ahora no me gusta hablar tanto de mí como lo hacía antes. Sin embargo, aún siendo una mujer segura, independiente, como te mencionaba antes, como me conocés, sentí tu falta. No necesito todo tu tiempo, me gusta darte espacio mientras te observo y cuido desde lejos. “Creemos que lo que el corazón busca es alguien que nos ame pero no, el corazón no es tan egoísta, él sólo busca a alguien a quién amar”, mas algo se rompió.

Después de semanas sin aceptar lo que sentía, meses sin decírselo a nadie, años sintiendo tan profundo y bonito y viendo la manera más romántica y cursi en que podía decírtelo, porque sé cuánto te gustan esas cosas, te envío un snap. Una vez, cuando recién aprendíamos a usar esa red social me dijiste que estaba “ideal para hacer declaraciones tipo “hola me gustás” y cuando el otro conteste decir, ah no sé qué te puse, no puedo ver sorry”. Pues eso fue lo que hice. Una imagen con un reloj de arena (simbolizando no sólo que estábamos por perder los “fueguitos” y con ello nuestra relación, sino también cómo mi corazón se estaba apagando) y la infaltable frase “me gustás”. A veces menos es más consideré y ya no quiero andar con rodeos. Si tiene que ser, que sea, inmediatamente, ahora, non-stop. En caso contrario, ya estoy lo suficientemente rota.

Después de terminar de aclarar la situación por iMessage, no queda mucho por decir. El estacionamiento ya no es el mismo así como tampoco la comunicación. Se perdieron viernes de siluetas por el medio y sábados de recuerdos. Ya no hay “audios desayuno” o “audios té”, mi droga de todos los días. Ya no hay tantos tweets, mucho menos indirectas que pueda malinterpretar para jugármela de esa manera. Ya no estás, ya no estoy.

Me hundo cada vez más en la soledad y no quiero ser otra vez lo que quedó de mí luego de mi última relación. Lucho con mis demonios internos pero no estoy sola. Allí están Dos y Tres para consolarme, para mostrarme que no todo es blanco o negro, que todo sirve para aprender, que vale la pena estar vivo y que lo más importante que alguien puede tener en este mundo es la amistad, como esa que nosotros teníamos.

La melancolía me hace buscarte, tal vez menos que antes. De todas maneras, no voy a dejar que todo se pierda por no saber controlar mis impulsos, por querer controlar mi tiempo y el de los demás, por creer que puedo con todo. Te doy espacio, no porque esté confundida como pensás, sino porque te lo dije antes, no voy a presionarte. Hubiese sido muy lindo tener los mismos objetivos de la relación. No se pudo. Pero si tenemos muchas, muchísimas, similitudes en los objetivos de vida, ¿por qué no apostar a ellos?

Este sentimiento no cambió, no disminuyó, aunque intente pretender que sí. Twitteo canciones como que todo fue un momento, como que todo juego termina. Checkmate. Te busco en mis recuerdos. No quiero dejarte ir, es lo que tengo que hacer.

2 comentarios sobre “La confesión

Deja un comentario